Secuestro Migrante

Secuestro Migrante

Jose Knippen


Secuestro Migrante


Jose Knippen



La violencia contra migrantes en México crece ante políticas de control.
A las personas migrantes y refugiadas que en los últimos años han elegido a México como país de tránsito o de destino, la violencia parece perseguirlas a donde sea que vayan. Estas personas son en su mayoría centroamericanas y salen huyendo principalmente de la pobreza de Honduras, Guatemala y El Salvador, pero también cada vez más por motivos de violencia. Muchos son jóvenes y familias completas que emprenden este viaje lleno de adversidades.

En su tránsito por México, es muy probable que los centroamericanos vuelvan a ser víctimas de la violencia: tanto por parte de grupos criminales como de funcionarios públicos. Ven en ellos una presa fácil para robarlos, o secuestrarlos para extorsionar a sus familiares.
El gobierno mexicano no ha sido muy solidario con la migración centroamericana, todo lo contrario. En particular desde mediados de 2014, la política frente a esta población se ha enfocado en el control de los flujos, a través de los operativos, la detención y deportación como mecanismos principales. La justificación ha sido que los migrantes carecen de documentos para estar en el país, pero los mismos documentos son casi imposibles de obtener para ellos y, además, no se les informa adecuadamente sobre la posibilidad de pedir asilo.

En realidad, esta política responde más a presión política y apoyo de Estados Unidos que a intereses propios de la sociedad mexicana. Para mencionar unas cifras, en 2015 el Instituto Nacional de Migración detuvo a casi doscientos mil migrantes, 90 por ciento de ellos de Honduras, Guatemala y El Salvador. En el mismo año, México solo otorgó la condición de refugiado a 949 personas, la mayoría de los mismos tres países.

Esta política de control, desde 2014 mejor conocida como el “Programa Frontera Sur”, ha recrudecido la violencia contra migrantes en México. Los migrantes se ven obligados a tomar cada vez mayores riesgos para pasar desapercibidos, se ha dificultado el uso del tren “la Bestia” como transporte, usan “coyotes” que les cobran mucho dinero y colaboran con grupos criminales y funcionarios coludidos.

Con los testimonios de los migrantes, organizaciones que defienden a los migrantes y albergues han podido documentar un aumento en los delitos contra migrantes. Los testimonios también dan cuenta de los obstáculos para denunciar un delito. El miedo a represalias y los procesos burocráticos que no garantizan resultados, son algunos obstáculos que hacen que la impunidad impere.

El contraste entre lo que reclamamos para nuestros connacionales en Estados Unidos, y la forma en cómo tratamos a los migrantes y refugiados centroamericanos en México, no podría ser más grande.

Jose Knippen, investigadora del Programa de Impunidad y Derechos Humanos en FundarMexico.